La Argentina Mecánica




Hay dos motivos por los cuáles una nación decide independizarse: 1) Para crear un "mundo" nuevo " 2) Porque quiere quedarse con la guita. En el Cabildo, la conversación debió girar en torno a esas cuestiones, con disimulo, como hacemos los argentinos. La Revolución Francesa, la de Estados Unidos y la Industrial estaban, relativamente, a la vuelta de la esquina en aquel tiempo. Inglaterra necesitaba venderle a alguien todo eso que fabricaba y las cometas debieron ser enormes. Mariano Moreno terminó en el fondo del mar y la nueva República Argentina, en manos de los cipayos. Cipayos era una unidad de caballería hindú que, a sueldo de la corona inglesa, luchaba en contra de su propio pueblo. Los ingleses vinieron acá dos veces antes de la Revolución de Mayo, y como no pudieron por la fuerza tuvieron que negociar. Ellos se quedaron con el beneficio de la explotación del pueblo y los criollos con el de la tierra: Nace la oligarquía. Esos tipos, desde entonces, son los dueños del país y como tales, no se sientan a negociar lo que les pertenece. Las dos o tres veces que se les complicó, lo resolvieron con los milicos. Pero…
¿¡Y ahora qué pasa, eh!?

A esta altura del conflicto, en cualquiera momento de la Historia, la oligarquía hubiera derrocado al gobierno de turno. Sin embargo, vamos a votar el 23 y si como se prevé gana Cristina, Argentina va a romper el récord de permanencia en el poder de un gobierno populista. La lucha está declarada, en el rincón colorado, con un peso de 200 años, el campeón, la Oligarquía; y en el rincón azul, con el peso del 50 % de los votos, el retador, ¿el Pueblo? La representatividad del pueblo es una metáfora compleja. "Doña Rosa", para mí, es una gorda que baldea la vereda en ojotas, se toma en serio el programa de Tinelli y no le gusta el matrimonio igualitario. Puedo charlar con ella y la respeto, pero su ideal a mí no me representa. Soy un marginal del sentido común que inspira Doña Rosa, pero como aparentemente somos muchos y lo podemos expresar en las urnas, Doña Rosa ha muerto.
¿¡Y ahora qué pasa, eh!?

La caída del discurso hegemónico conlleva la pérdida momentánea del sentido común, como las amnesias de las novelas de la tarde, estamos atravesando el caos, magnífico caos, de no saber quiénes somos. Nuestro país está ubicado en el extremo sur de un continente conquistado hace 500 años por Europa. Aquí hubo una revolución, traiciones, guerras, fraudes, gobiernos militares, democracia pero siempre gobernó la oligarquía. Ahora el poder está en disputa y eso es bueno, es político, nos revuelve las entrañas de la identidad y nos hace vomitar con el estómago vacío. Nadie sabe qué va a pasar en el futuro, pero apuesto a que Doña Rosa 2.0 sea un mejor navegador que el anterior.

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