17 de octubre 2011: Indignados por el Mundo y San Perón


Es contradictorio lo que me pasa hoy en Argentina al ver que en New York quieren ocupar Wall Street, que los italianos prenden fuego un auto frente al Coliseo y que los filipinos salen a la calle, todos con la misma idea. El mundo, poco a poco, parece estar dándose cuenta de que la suba de las bolsas de valores es una pésima noticia para el pueblo, que este sistema siempre fue un fraude. Se me hace un nudo en la garganta al enterarme que en setecientas y pico de ciudades hay manifestaciones de "indignados", y sin embargo estoy condenado a mirarlo por televisión. Quién hubiera imaginado que un 17 de octubre, a una semana de una elección presidencial y con el mundo levantándose frente al poder de los banqueros, nosotros estaríamos en casa. Es raro, muy raro, pero no puedo votar en contra de un proyecto que me gusta para tener la posibilidad de "indignarme". Cuando hace diez años las prácticas que ahora condenan todos pegaron fuerte en Argentina, no fuimos capaces de entender que el problema no era la administración política, sino que esta era cómplice de un mal mayor y sistemático. El neoliberalismo no parecía un problema en sí mismo, sino que la corrupción de los políticos había estropeado en este país lo que era una panacea en el resto del mundo. Claro, estábamos un poco solos allá por el 2001 y los políticos de turno, como ahora los de los países indignados, eran realmente una vergüenza. Teníamos motivos para confundir sino la paja con el trigo, al menos la paja con la maleza. Ahora el mundo se da cuenta que el trigo es el pueblo, y que la paja y la maleza hay que segarla con la misma gavilla y de una buena vez. En estos meses escuché en múltiples voces la frase que "a pesar de la primavera económica, Argentina no está exenta de la crisis". Me pregunto si también estaremos "exentos" de la primavera social.
Hoy, en este país se ataca a las corporaciones indignantes desde el gobierno y la gente se queda en su casa. Es una buena manera de festejar los sesenta y seis años de lealtad, siempre que no olvidemos que el combate es, fue y será contra el Capital. Sentimos que el gobierno nos representa en esta lucha de indignados, pero no dejemos sola a la presidenta. No olvidemos que ellos cuentan con el poder de las armas, el control de los formadores de opinión, una tropa de serviles políticos y mucha gente a la que no le gustan los ideales de igualdad. Hace poco murió un magnate de la obsolencia programada al que no pocos tildaron de "filántropo e inspiración", la huella de la estupidez capitalista es muy profunda.

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