Presidenciales 2011: La previa


Mañana se procederá por séptima vez consecutiva a una elección democrática para la presidencia de la nación. Es una marca histórica para la Argentina de la cual algunos estarán orgullosos y otros verán la decadencia del país. La democracia es un sistema con adeptos y detractores, pero que a la postre lleva 28 años en Argentina y más de 2000 en el mundo. A pesar de ello, el ejercicio condicionado de la democracia hace que en nuestro país, solo los más jóvenes, aquellos que nunca vivieron otra circunstancia que no fuera la de la elección democrática, sean los únicos que la entienden en todas sus aristas. Como decía, el sistema democrático es antiguo y en su etimología conserva el sentido plano de su espíritu: el gobierno del pueblo. Por supuesto, el gobierno del pueblo en la polis de Atenas no puede compararse a nuestro sistema representativo, donde el domingo vamos a elegir quienes queremos que deliberen por nosotros. En aquella época de Platón, el gobierno del pueblo era una asamblea reunida en el anfiteatro. Alguien proclamaba, otros discutían y finalmente se llegaba a una decisión por el voto de la mayoría, como en las asambleas de la actualidad. ¿Esto es posible en el 2011? Las polis griegas, las más grandes como Atenas, contaban entre hombres, mujeres, niños y esclavos con una población menor a las diez mil personas. La democracia evolucionó, así creció la población del mundo. La democracia representativa es la respuesta lógica a una asamblea que debería contar, en Argentina, con 20 millones de voces. ¿Pero qué fue del anfiteatro?
Con el anfiteatro ocurrió lo mismo que con la democracia. En una población de diez mil personas la comunicación de las noticias era de voz en voz. Lo que pasaba en la asamblea sino se escuchaba de primera mano, se le preguntaba a un vecino. Los medios de comunicación en la actualidad, ocupan el lugar que en la Antigua Grecia ocupaba el anfiteatro. El diario, la radio, la televisión, internet son vehículos mediante los cuales uno participa de la "asamblea". Lo que dijo tal o cual de los representantes que se eligen mediante el sufragio, nos llega a través de los medios/anfiteatro como si estuviéramos allí. Aunque, por supuesto, de la misma forma que el vecino de la polis narraría lo ocurrido en la asamblea, también nuestros medios versionan la palabra original. Nuestro anfiteatro no tiene el mutismo de los escalones de piedra. En épocas no muy distantes donde la democracia era rehén de los aristócratas, la prensa era un subrogado del poder. El ejercicio de la censura es una manipulación deliberada al eco del anfiteatro, por lo tanto la prensa que es plausible de censura pierde valor como comunicador social. Si yo sé que efectivamente, hay cosas que no se pueden publicar es lógico que descrea de lo que leo o escucho. Esto fue lo que cambió en la Argentina de estos últimos años, y lo que aquellos que vivieron la democracia endeble, más les cuesta asimilar. Hoy, el anfiteatro está de vuelta. Cualquiera puede decir lo que se le ocurra que el criterio para su publicación es solo editorial. Este nuevo anfiteatro, vivo y con expresiones que no necesariamente coinciden con lo que se dispara en la "asamblea", es la forma que tenemos los demócratas de hoy para participar mediante el voto de las decisiones políticas. No creo necesario extenderme sobre la arquitectura del anfiteatro actual, sobre como los aristócratas que tenían a la democracia de rehén, se adueñaron de las voces. La fuerza de control, una vez que el pueblo dijo NUNCA MÁS, dejaron de ser las botas para convertirse en micrófonos. Alfonsín lo sufrió, Menem lo sufrió, De la Rúa lo sufrió, Kirchner lo sufrió y Cristina lo sufre. Los medios hegemónicos son un sufrimiento para la democracia.
El domingo se vota, y aunque se prevé que Cristina va a ganar, nunca se sabe nada hasta el escrutinio. Pero de cualquier manera, Binner, Alfonsín, Duhalde, Altamira, Carrió o Rodriguez Saa, si llegasen a tener el honor de ser Presidentes de la Nación Argentina, cuentan con un arma que ninguno de sus predecesores tuvo. En estos ocho años de gobierno, la dirigencia que tanto denigran, le enseñó al pueblo argentino que el eco del anfiteatro no es la reproducción exacta de las voces de la asamblea, nos mostró a todos que el "anfiteatro puede mentir", y ese es un capital para el país que no cosechó ninguno de los gobiernos anteriores. Hoy en día, el que gane tiene la posibilidad de gobernar, Cristina le dio a la democracia un lastre de gobernabilidad inédito, de ahora en más cualquier presidente puede venderse al favor de la aristocracia, pero ahora es una posibilidad lo que antes era un mandamiento. La prensa perdió en estos ocho años el carácter extorsivo que le otorga la manipulación de los votos a través de la "opinión pública". Mañana será un día histórico, porque por encima de los apellidos de las listas, la elección está entre el poder político vs el poder fáctico. Argentinos, ahora que podemos, a votar con libertad.

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