Psicoanálisis silvestre


Lacan, en alguno de sus primeros seminarios, le responde a Karl Jaspers sobre un artículo que había escrito el alemán. Dice el francés, "solamente alguien que no sabe de lo que está hablando, puede pedir que le hablemos al paciente en su lenguaje". El lenguaje es la mecánica cuántica del comportamiento humano, los protones de nuestro inconciente son los significantes y cuando el analista los perfora puede provocar un estallido nuclear. ¿Entonces quién tiene razón, Jaspers o Lacan?
Si lo leyera un psicoanalista probablemente diría que, en parte, los dos, Lacan y Jaspers, ambos tenían razón. De acuerdo, ¿pero cómo es posible? O se le habla al paciente en su lenguaje o se le habla en el del inconciente, como parece ser el punto de vista del francés. ¿Pero cuál es el de Jaspers? Entre muchos de los estudiantes de psicología, quienes no gustaban de Lacan, escuché una crítica acerca del elitismo cultural del francés. Algo así como pensar que no se puede ir a hablarle de "dicotomías" a los pibes de la villa, por eso criticaban el párrafo que Lacan le dedicaba a Jaspers. El asistencialismo psicológico es algo muy distinto de la clínica, así como la cirugía en un campo de batalla es muy distinta a la del quirófano. "Hablar el lenguaje del paciente" es el camino más corto para establecer la tranferencia. A nadie se le ocurriría interpretar en medio de un terremoto, pero Jaspers propone administrar un tratamiento completo bajo un registro asistencial. ¿Qué otra cosa puede querer decir "hablar el lenguaje del paciente" que no sea captar el denominador común de sus significantes y devolverle una imagen mejorada de sí mismo? Eso es lo que yo haría en una situación de emergencia, ¿pero en el consultorio?
El significante es una molécula inestable que se mantiene unida gracias al equilibrio de las dos fuerzas del inconciente: la condensación y el desplazamiento. En ese sentido lo que haría el método de Jaspers es detectar los significantes explosivos y revestirlos de una significación familiar para desactivarlos; en cambio Lacan, como si se tratara de un acelerador de partículas, los haría chocar entre sí para estudiar su composición interior. Le hablaría al paciente en otro lenguaje - que puede o no coincidir con el del ocupante del diván - que es el del inconciente, un lenguaje común a todos los humanos y que no depende en absoluto de la bolsa de palabras que encontramos en el YO.

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