El Neogorilismo


Yo nací en una Argentina donde los gorilas eran parte del pasado. Mi casa (la pequeña de mi núcleo familiar y la extensa de mis abuelos y mis tíos) era un hogar peronista donde los gorilas eran una especie diabólica, una encarnación del mal, una fuerza sin bandera con ansia destructiva de la voluntad popular. Yo era muy chico cuando escuchaba estas cosas, todavía frescas en el recuerdo de mis familiares que habían vivido la juventud de la JP. En una ocasión, lo recuerdo con claridad, éramos muchos en un auto que de Mar del Plata hacía la ruta a Sierra de los Padres, donde mi tía abuela tenía una casa quinta muy chiquita con un jardín inmenso. Íbamos muchos arriba del auto, yo viajaba adelante sobre la falda de mi mamá. Entre los pasajeros estaba la cuñada de mi tío segundo, a la que le preguntaron por su identidad política. Ella respondió que no era de ningún partido, a lo que yo le pregunté si era gorila. Hubo risas cerradas en el auto, y mi mamá me tapó la boca como si hubiese dicho una mala palabra. Mi concepción, aquella que había escuchado en mi casa, era que los gorilas no pertenecían a ningún partido.
El tiempo pasó, y los peronistas que vinieron después fueron dulces para el paladar gorila. Personajes públicos que recuerdo eran señalados como gorilas – Magdalena Ruiz Guiñazú y Mariano Grondona, son los que mejor recuerdo -, habían hecho las paces con el peronismo. Durante esos años, que con el tiempo se los bautizó "menemato", los gorilas estaban chochos, pero un grupo de jóvenes intelectuales, pujantes, levantaron la bandera de la corrupción como una mancha a esa primavera gorila. Tenían un poco la rebeldía de Mick Jagger, esa rebeldía cómoda, insertada en el sistema; pero era un discurso disruptivo frente a la hegemonía que representaba un peronismo obediente. El mememato terminó y tras él se desarrolló un apéndice delarruísta cuyo denominador común fue Domingo F. Cavallo. Terminó en un desastre, un emotivo desastre que diez años después parece extenderse como un cáncer de indignados. En Argentina, un poco el azar otro poco la cintura política, inauguró un período que ofrece similitudes con aquel peronismo de Evita y de Perón, una plataforma política de corte popular, enfrentada al nacionalismo aristocrático. Con este nuevo fenómeno, los que antes eran gorilas volvieron a serlo, como si el tiempo no hubiese pasado. ¿Pero que fue de los jóvenes pujantes? Es una lástima que los gorilas (los que viven en la selva) no sean ovíparos, porque de lo contrario la época del menemato bien podría catalogarse como el "Huevo del Gorila". Muchos de esos jóvenes pujantes cuando la política los enfrentó a la dolorosa decisión de tener que tomar partido, mostraron sus pelos bien largos.
Hoy, treinta años después de aquella anécdota del auto, logré entender el origen de un gorila. Un gorila puede criticar la esencia de la Argentina aristocrática, puede hacerse el zurdo en esa coyuntura, pero si a algún gobierno se le ocurre atacar en serio a esa patria de gauchos y chinitas, es entonces donde se revelan como lo que son: burgueses con horror al cambio. Recomiendo una nota de Martín Caparrós, uno de los célebres "Bad Boys" de los 90', que se llama "La Apoteosis de Él". Van a notar ciertos matices de gorilismo que harían sonrojar al propio Mariano Grondona, y una reflexión, querido Caparrós, rebelde sin causa, ya que lo mitos pueden ser instantáneos y dependen tan solo de un artificio inteligente, te desafío a que cuando muera Menem hagas una apoteosis de él. ¿Cómo creés que te irá? 

1 comentario:

  1. Bueno señor Guillote, habiendo terminado de leer algunos de sus posteos, en éste me he convencido que he encontrado a un escritor que me hace perder el tiempo sin perderlo. Muchas veces he deambulado por la blogosfera sin encontrar desarrollos de las preguntas que yo me hacía y hete aquí que usted me ha hecho detener y decirme: ah parece que hay algo por aquí. Quiero aclarar que este elogio no pretende desmerecer a otros escritores y pensadores muy interesantes que me han asombrado también y a quienes sigo como lo seguiré a usted.

    Muchos saludos.

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