Malvinas: ¿Una visión alternativa?

Intelectual es alguien que estudia, piensa y escribe, más allá de las disciplinas o el grado de libertad con que se ejerza, a estos diecisiete firmantes no les queda mal el título. Ahora bien, intelectualidad y honestidad intelectual nos son términos sinónimos. Si, por ejemplo, el artículo de referencia lo leyera un ermitaño del Tibet que hubiese vivido desde el día de su nacimiento aislado del mundo, podría interpretar que el conflicto de Malvinas se inició en el año 1982. Por supuesto, se me podrá criticar que este texto no esta escrito para un ermitaño del Himalaya sino para los pueblos argentino e inglés, que conocen perfectamente la historia del archipiélago, lo cual es cierto, como también que soslayar en el documento la historicidad del conflicto libera a los intelectuales de opinar sobre la usurpación, y  en consecuencia proclamar la autodeterminación Kelper sin necesidad de descubrir que es una manera elegante de proponer la caducidad del reclamo argentino. Intelectualidad vs Honestidad intelectual.
Como no me gusta caer en el lodo de lo que critico, declaro que mi posición subjetiva para analizar el conflicto Malvinas tiene un trasfondo. Aunque comparta el sentimiento general de la argentinidad, creo que la estupidez más grande de los humanos es haber establecido fronteras. Una contradicción ideológico/emocional parecida a la que padezco con respecto a la monogamia, que a pesar de creerla una institución absurda no me libera de sentir celos. No creo en las naciones, en los estados, en las aduanas, pero como no es la emancipación humana lo que está en juego, sino la soberanía de un territorio según las reglas del estado actual del mundo, más allá de cartas, visiones alternativas u opiniones, lo que cuenta es el texto de la Constitución Nacional y este obliga a todos los gobiernos argentinos a reclamar ante los organismos internacionales la soberanía de las Islas. No ignoro que la Constitución Nacional, amplia y enmendada en distintas épocas de la historia, provee argumentos para sustentar opiniones contradictorias, pero si sopesamos un artículo dictado para la generalidad de “todos los habitantes del mundo” a otro estrictamente para Malvinas, creo que es una deshonestidad intelectual tomar el primero por encima del segundo. ¿Entonces?
Argentina, año tras año, debe presentar un reclamo formal ante la O.N.U sobre los derechos de soberanía, es una cláusula constitucional aunque por supuesto, como en muchas otras cosas, la verdad está en las proporciones de su aplicación. No es lo mismo presentar un documento para que se cajonee, a presentarlo y reclamar que se cumpla. Esa es la postura que se plantea este gobierno, reclamar, urdir alianzas internacionales para llevar a fondo el asunto y no simplemente cumplir con lo que dice la Constitución. Por supuesto que hay una intriga política local y regional detrás de este reclamo internacional, pero lo cierto es que si se cree que algo como Argentina existe, es necesario debatir a fondo cuales son los límites territoriales de su extensión. El argumento de la autodeterminación Kelper es una proclama para que la soberanía argentina la decidan otros, para que las vaquitas, como se canta desde hace mucho tiempo, sigan siendo ajenas.  

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